Relatos Cortos
EL ERROR
-Tendemos a ver el mal ajeno, pero no el mal propio.-
[...ni el diablo es tan malo, ni el angelito es tan bueno.]
Todos en algún momento la vamos a cagar. Y por mucho que
queramos enmendar nuestro error, ya será demasiado tarde para las personas a
las que les hemos fallado. Seguro que será totalmente lógico que esas personas
estén enfadadas.
De hecho deberían gritarnos, gritar las cuatro verdades que
callan por dentro. Esas que cuando se dicen en voz alta se te clavan como dagas
afiladas en el alma.
Pero que muchas veces son necesarias, tanto escucharlas como decirlas.
Porque peor son los “castigadores”. Aquellos que se creen
con el derecho de actuar como los jueces de tu error. Los que con cada mirada de
reproche, la llenarán de decepción para hacerte sentir lo más culpable posible.
Los que usarán con deliberante elección sus palabras más hirientes y sus actos más
crueles para mostrarte su desprecio…
Pues todo esto, solo será parte del
castigo por el que te han sentenciado.
Y si crees que después de pasar por su castigo llegará el
perdón, estás muy equivocado. Porque los castigadores no buscan que te ganes su
perdón, solo buscan venganza.
Se envenenan del odio que les consume y se llenan
de puro rencor, buscando “hacer justicia”. Solo desean verte hundido en un fango lleno de mierda, de tu propia mierda. Llegando a cometer peores actos
hacia ti que del error, ese único error, que tú cometiste.
Así que al final... ¿Quién es el malo? ¿El que comete el error?
¿O el que comete cien errores más para hacerte pagar el tuyo?
Ya sabes, ni el diablo es tan malo, ni el angelito es tan
bueno.
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