Capítulo 3: Parte 2
Las manos de
Jordi recorrían su cuerpo como si ya lo conociera a la perfección. De repente, Cristina se incorporó a horcajadas y se quitó el sostén con habilidad mientras
este le agarraba de las nalgas.- ¿Podrás...?- Inquirió lanzando una ligera
mirada a la entrepierna de Jordi. Al parecer ella también conocía los efectos
secundarios que le provocaba el alcohol. Él asintió enérgicamente y bajó el top
de Cristina hasta su cintura con desesperación. Luego atrapó con su boca uno de
los pezones mientras masajeaba el otro pecho con la mano. Ella echó la cabeza
hacía atrás entrecerrando los ojos en respuesta. Disfrutando con deleite el
placer que le estaba dando su amante.
Entonces Jordi
hizo un ronquido extraño.- ¿Jordi?- Preguntó Cristina al darse cuenta de que el
susodicho había parado de moverse.- ¡Joder! ¿Te has dormido?- Y la puerta de la
habitación se abrió en ese preciso instante.
- ¡¿Pero que es esto jovencita?!- La cara de Sonia estaba roja y escandalizada.- ¡Mamá!- Gritó anonada su hija quien se quedó pálida como el yeso. Debido al grito Jordi se despertó de sopetón. Primero miró a Cristina y después con horror a la madre de ella. Ambos se separaron como si su contacto les ardiera de repente. Ella se tapó apresuradamente los pechos con las manos y empezó a recoger su top al tomar consciencia de su desnudez.- Señora...- Intentó formular alguna frase estúpida en su estado ebrio, pero la mirada gélida de Sonia fue suficiente para irse de allí corriendo.
- ¡¿Pero que es esto jovencita?!- La cara de Sonia estaba roja y escandalizada.- ¡Mamá!- Gritó anonada su hija quien se quedó pálida como el yeso. Debido al grito Jordi se despertó de sopetón. Primero miró a Cristina y después con horror a la madre de ella. Ambos se separaron como si su contacto les ardiera de repente. Ella se tapó apresuradamente los pechos con las manos y empezó a recoger su top al tomar consciencia de su desnudez.- Señora...- Intentó formular alguna frase estúpida en su estado ebrio, pero la mirada gélida de Sonia fue suficiente para irse de allí corriendo.
- ¡Qué vergüenza
Cristina! ¡Qué vergüenza!- Riñó entrando en cólera una vez que Jordi ya no
estaba allí.- Ya no soy una niña.- Refunfuñó molesta.- ¡Ah! ¡No! ya me ha
quedado claro.- Movía los brazos de un lado a otro y se erguía hacía delante
con los ojos como platos.
- ¡La fiesta ha terminado para ti! Ya puedes ir despidiéndote de todos.- Concluyó su madre con un gesto autoritario.- Pe... pero...- Tartamudeó sin creer lo que estaba oyendo.- Nada de peros. Ya me has oído.- Señaló bruscamente la puerta con la cabeza y ambas estallaron en una discusión que iba desde "No soy una niña" a "con mi cuerpo hago lo que quiero".
- ¡La fiesta ha terminado para ti! Ya puedes ir despidiéndote de todos.- Concluyó su madre con un gesto autoritario.- Pe... pero...- Tartamudeó sin creer lo que estaba oyendo.- Nada de peros. Ya me has oído.- Señaló bruscamente la puerta con la cabeza y ambas estallaron en una discusión que iba desde "No soy una niña" a "con mi cuerpo hago lo que quiero".
Como las dos
hablaban a voces y casi al mismo tiempo, era difícil seguir el hilo de la
conversación. De repente Cristina se dirigió a nuestra puerta con intención de
abrirla. David y yo nos movimos al fondo y tuvimos que entrar en uno de los
armarios. Nos quedamos apretujados en la oscuridad mientras la discusión
transcurría afuera.
Dejé de prestar
atención al escándalo de "madre-e-hija" cuando mis ojos se encontraron con los de David en
la penumbra de aquel ropero. Abrumada por el repentino acercamiento entre
ambos, se me olvidó prácticamente respirar, incluso hablar o articular si
quiera una sola palabra. David me alteraba.
- aam...- Creo que llegué a decir y acto seguido me puso su dedo índice en los labios para que guardase silencio. Después me guiñó el ojo con complicidad. Indicándome que aún podían oírnos.
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- aam...- Creo que llegué a decir y acto seguido me puso su dedo índice en los labios para que guardase silencio. Después me guiñó el ojo con complicidad. Indicándome que aún podían oírnos.
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