Capítulo 3: Parte 1


 

"EL SALTO DEL LOBO"

- ¡Mierda! ¡mi mochila! Tengo que volver a por ella.- Dije dándome una palmada en la frente al recordarlo. Casi habíamos llegado al aparcamiento donde David tenía su coche.- Déjala, ya te la devolverán- Me aconsejó David pero no podía hacerlo.- No, si... si me voy de repente. Sin mis cosas. Mi tía pensará que me ha pasado algo.- Aclaré apresuradamente. No quería que el asunto de Jordi transcendiera a más. Estaba cansada de ser la comidilla del vecindario. Mi salvador soltó un suspiró al darse por vencido.- Está bien. Te acompaño ¿Dónde la dejaste?.

***
La idea de ir a la habitación de Cristina no nos había gustado a ninguno de los dos, pero gracias a mi cabezonería logré convencerle. David esperaba en el pasillo mientras yo buscaba donde podría haber dejado la sirvienta mi mochila. Pues Rosa se había tomado las molestias de ordenar meticulosamente la habitación cuando salimos de ella. 

Primero miré debajo de la cama, luego en los sofás, en una especie de baúl...- ¿Ya la has encontrado?- Preguntó asomando su cabeza por la puerta.- No, tú vigila.- Le ordené. Pues si alguien nos pillaba a los dos en la habitación podría malentender la situación. Es decir, un chico y una chica adolescente; en una fiesta, en la habitación... No era muy difícil adivinar que se pensaría la gente. Por eso ambos estábamos de acuerdo en que se quedara vigilando afuera.

Cuando abrí el vestidor (no me sorprendió que tuviera uno dado el tamaño de la habitación) encontré mi mochila junto a las cosas de las demás chicas.- Ya la he encontrado.- Anuncié feliz al sentir que la puerta se abría.- Rápido a dentro.- Dijo David corriendo al vestidor. Me obligó a entrar a trompicones. Y antes de que pudiera preguntar qué estaba pasando, las voces de Cristina y Jordi llegaron al cuarto.

- Al menos ya ha dejado de sangrar...- Cristina reía con coquetería mientras se tocaba el pelo.- Sí, gracias a ti princesa.- Al escuchar de nuevo la voz de Jordi me dieron arcadas.- ¿Cómo te lo has hecho?.- Preguntó con un poco de curiosidad y de preocupación al mismo tiempo.- Nada... ya sabes como me pongo cuando oigo a alguien hablar mal de ti.

Miré entre el espacio de la puerta entornada y vi como Jordi estaba sentado en la cama de Cristina. Mientras ella estaba sentada encima de él y le rodeaba el cuello con sus brazos.- ¡Oh! ¡Pero que bobito eres! Sabes que me sé defender por mí misma. Tan solo dime quien ha sido.- Exigió esto último con tono vengativo. A su vez, vi de reojo como David se tensaba a mi lado.- No. No merece la pena.- Soltó tras un largo silencio. Y mi vecino y yo suspiramos aliviados. Pues Jordi era consciente del trato privilegiado que le otorgaba Cristina a David, y por ende de la inmunidad que tenía. Ella jamás le hubiera creído.

- Pero... puedes ayudarme a sanar.- Insinuó con atrevimiento y ella le miró con picardía.- ¿Y donde te duele ahora?.- Le preguntó con falsa preocupación.- Aquí- Señaló sus labios en perfecto estado.- Ah... creo que tengo la solución...- Se inclinó hacia Jordi y le besó profundamente hasta que ambos se tumbaron sobre el colchón.

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