Capítulo 1: Parte 6



Bajé las escaleras y desde el pasillo ya podía oler el delicioso aroma de las tortitas recién hechas.- Mmm... hacía mucho que no preparabas un desayuno así.- Comenté al entrar a la cocina.- ¡Buenos días!- Canturreó animada mi tía.- Con el trabajo casi nunca tengo tiempo, pero como hasta el lunes no empiezo... ¡había que aprovechar la ocasión!- Explicó mientras añadía otra tortita de la sartén al montón.

- Oye... tía anoche me pasó algo muy extraño. Creo que me desmayé.- Dije desconcertada. Se tensó por un segundo y me miró de reojo. Fue rápido y casi imperceptible. - Habrá sido un mal sueño- Contestó sin darle mucha importancia. Me senté indecisa en la mesa con aquella usual sensación de que mi tía solía ocultarme algo.- Ya pero no recuerdo haberme ido a dormir. Estaba secándome el pelo cuando la radio comenzó ha hacer cosas extrañas y luego... creo que dijo mi nombre. Yo empecé a sentirme mal y...- Traté de explicar lo sucedido torpemente ante su mirada escéptica. Luego se sentó en la silla de mi lado derecho, dejando el plato de tortitas entre las dos.- Yo tampoco recuerdo cuando me quedé dormida. Ayer fue una locura de día y de viaje ¿Verdad? ¡Terminamos agotadas!.- Comentó interrumpiéndome. Tratando de desviar el tema de conversación.

Decidí dejar de insistir en mi historia. No solo porque mi tía no me creía, sino porque conforme lo decía en voz alta me daba cuenta de lo absurdo que sonaba. Rebeca tenía razón. Seguro que lo había soñado. Después de todo, literalmente me podía haber desmayado del cansancio que tenía. Quizás me quedé dormida en la cama sin darme cuenta. Debía ser eso.

Dedicamos el jueves a pasar el día en el centro comercial de Villa Gaudí. Pues, debido a lo despistada que llegaba a ser Rebeca, muchas de nuestras cosas no se habían llegado a empacar. Seguramente estarían en nuestro antiguo apartamento de Nueva York. Dando la bienvenida a sus nuevos inquilinos. Pensé rodando los ojos. Sin embargo, pude aprovechar la ocasión para comprar unas bonitas cortinas. No quería volver a presenciar situaciones como las de ayer. "Aunque debes reconocer que tan mal no estuvo" Dijo una vocecilla en mi interior haciéndome recordar el atlético cuerpo de David.

- ¿En qué piensas?- Preguntó Rebeca mientras miraba una tostadora. Estábamos en la sección de electrodomésticos.- Eh... en nada.- Farfullé pero no soné nada convincente.- Pues para no pensar en nada te has puesto como un tomate.- Eché mi melena hacia delante tratando de ocultar mis mejillas. Una de las grandes desventajas de ser tan pálida era que todo se reflejaba al instante en mí. Sonrojos, granos, ojeras... todo. Un gran fastidio sin duda.- Mira esa se parece a la que teníamos.- Señalé la tostadora de su derecha. Se giró hacia ella y apreció mi observación.- ¡Es cierto!- Exclamó contenta y dejándome tranquila con mi sonrojo. 

***
Pasado un tiempo, fuimos a comer a un puesto de comida muy pintoresco llamado "Bárbaros". Ofrecían comida gigante de todo tipo; Hamburguesas, perritos calientes, sándwiches, patatas fritas, bebida.... De todo. Estaba ambientada en la era de los vikingos. Las bebidas las servían en unos vasos con formas de cuernos. Las mesas eran de plástico pero imitaban a mesas de maderas muy reales. Habían diversos escudos, espadas y otras armas colgadas por las paredes. Supuse que las utilizaban los salvajes guerreros. 

Tras una larga indecisión entre tanta variedad. Decidimos pedirnos un menú gigante para las dos. Estaba apunto de hincarle el diente a la mitad de mi gigantesca hamburguesa, cuando vi acercarse a Cristina con una amplia sonrisa.

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